Comenzó en un antiquísimo monasterio,
construido en épocas del impero romano, adaptado por el califa Abderrahman I, durante la
invasión mora en el siglo VIII, y luego en el siglo XVII tornó en monasterio católico
Un
prestigioso músico encuentra la primera parte de una vetusta partitura que lo
obsesiona hasta volverse razón de su existencia,
le resonaba insistentemente en su cabeza,
era bella y simple pero muy rara,
adentro de una aparente simpleza poseía gran complejidad y ciertas
resoluciones tonales y armónicas únicas, y todo tenía que ver con el número
cuatro; cuatro tiempos, tiempos de
negras, subdivisiones de cuatro, la cantidad de compases múltiplos de cuatro,
hasta poseer cierto lenguaje hermético y oscuro, combinación de música,
matemática y meta mensaje
Las búsquedas del músico por los
continentes y el tiempo para develar las otras tres partes lo llevan a una
mezquita de Orán, a
las ruinas jesuíticas en América, completando tres partes.
El músico pensaba febrilmente “los cuatro puntos cardinales, y
veía la “Germania” y a Colón; las cuatro
estaciones, e imaginaba equinoccios y solsticios
y Vivaldi; los cuatro elementos, y lo
reflejaba en los tiempos pre socráticos y la antigua China; los cuatro compases y la música yendo desde
lo gutural de los homínidos hasta la magnificente ópera, la nota “do” y el “Ut
queant laxis”, el cuadrado divino y Pitágoras… todo cerraba, todo encajaba a la
perfección. Sin embargo el misterio de la cuarta parte le sería develado antes
de su muerte o tal vez en esta bella música esté la respuesta
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